EL GRAN ANGULAR
No todo sigue igual
¿Se acuerdan de aquella canción de Julio Iglesias titulada “La vida sigue igual”? Pues temo comunicarles que se equivocaba del todo. Y no sólo me refiero a las cosas materiales, sino a las personas; especialmente a los niños.
Los pequeños de hoy en día se saltan esa etapa infantil e inocente que por su edad les corresponde vivir, pasando directamente a otras en las que se manejan palabras y conocimientos sobre móviles, playstation o internet. Al preguntarle a un crío de diez años si conoce lo que son los cromos o el parchís, mirará con cara de bobalicón y soltará alguna de esas frases que ahora tanto están de moda como “eso no mola tronco”. Mientras que si le dices que te has comprado el ‘Nokia modelo xwy’, te contará como un papagayo las virguerías que se pueden hacer con él y que a uno de sus colegas se lo regalaron hace apenas un mes por su primera comunión. Es entonces cuando a nosotros se nos transformará el rostro en una pura mueca y para estar a la altura de las circunstancias, diremos algo tan estúpido como ‘¡qué guapo nen!”.
Por si esto fuera poco, los querubines de esta generación ya no juegan en los barrios al ‘poli-ladrón’ o al ‘pilla-pilla’, ahora prefieren pasar tardes enteras navegando por la red y chatear con sus contactos del messenger. Toda actividad que no esté relacionada con las nuevas tecnologías no es vista con buenos ojos por estas criaturitas de poco más de metro y medio. Y, ¿qué decir del dinero que manejan? Sus padres, con esa edad, salían con cinco pesetas para comprar chucherías y creían que su “fortuna” era pizca más o menos como la de Emilio Botín. Sin embargo, ahora, si a un chaval le dan cinco euros de paga es el ‘pringao’ de la pandilla.
No sé si coincidirán conmigo, pero soy de la opinión de que los niños de hoy en día tienen demasiada prisa por crecer y, a veces, se sienten unos adultos atrapados en cuerpos diminutos. Pero lo que no saben, es que al llegar a ese punto donde entra en juego la pubertad, la morfología cambia y la niñez se termina, comienza una nueva etapa de la vida donde ya no hay tiempo para juegos y sí para las responsabilidades y el trabajo; en definitiva, se acabó lo bueno.
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