martes, 22 de mayo de 2007

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Las aulas: un campo de batalla

Matemáticas, literatura, inglés…todas son asignaturas que se aprenden en el colegio. Pero ¿qué pasa con la convivencia en las aulas?, ¿quién les enseña a los alumnos a defenderse cuando son agredidos por sus propios compañeros?, ¿es que acaso, hay que dejar que el problema lo resuelva el instinto de supervivencia? A diferencia de las materias clásicas, para ésta no existe un temario teórico ni profesores que lo expliquen; es una evaluación continua y los exámenes son diarios. Aprueba el más violento y el que suspende, quedará con secuelas durante mucho tiempo, incluso, a veces, de por vida.

El acoso escolar, también conocido como bullying, ha existido siempre. Pero es ahora cuando ha saltado al ámbito de los medios de comunicación, puesto que aparecen términos tan alarmantes como el suicidio, depresiones y daños psicológicos irreparables. La preocupación por este grave problema social, comparado por los expertos con la violencia de género, comenzó en septiembre de 2004 cuando el joven guipuzcoano de catorce años, Jokin, se suicidó al no aguantar más las vejaciones y humillaciones por parte de sus compañeros de clase.

El bullying consiste en la agresión física, verbal o psicológica, que continuamente recibe un niño por parte de otro u otros, con el objetivo de minar su autoestima y acrecentar la sensación de temor. La víctima de este tipo de maltrato, que tiene como contexto el colegio o instituto, suele estar aislado del resto de sus compañeros, tiene dificultades para relacionarse y es bastante inseguro. Según el informe realizado por el psicólogo Iñaki Piñuel, el 23% de los alumnos de enseñanza no universitaria son objeto de violencia escolar y el 60% de los agresores cometen un delito antes de cumplir los 24 años. Bully, lo que traducido al español significa “bravucón”, es un alumno por lo general problemático, rezagado en los estudios, incapaz de cumplir las normas, utiliza la violencia como medio de comunicación y es rechazado por la mayor parte de sus compañeros; aunque tiene algunos amigos fieles, que le siguen en su rol de matón y salvaje de la clase.

Andrew Mellor, director de la red escocesa contra el acoso escolar, afirmó que el bullying se da “en todos los colegios del mundo” y considera que se debe “reforzar la autoridad de los docentes y establecer pautas de actuación ágiles”. El hecho de que la violencia escolar no se de exclusivamente en España, lo demuestra lo acontecido el pasado mes de noviembre en Italia, cuando un joven con síndrome de Down es apaleado mientras sus compañeros lo graban en vídeo. La cinta, de tres minutos de duración, ha sido calificada por el Gobierno italiano como un acto de tortura y el maltrato en las aulas es considerado como “una emergencia social”, que afecta a casi la mitad de los estudiantes.

Por otra parte, la realidad ha dado un salto al mundo virtual con la aparición del videojuego “Bully” cuyo protagonista es Jimmy Hopkins, un adolescente que se dedica a coaccionar tanto a profesores como a compañeros. A esto se suma el recién aparecido “e-bullying” que ha tenido lugar en Alicante. Esta nueva forma de acoso, es consecuencia de la creación de un virus informático por parte de dos chavales de 17 años. Con su “invento”, grababan desnudos a otros alumnos para chantajearles posteriormente. Pedían entre 100 y 200 euros para que las imágenes no fuesen difundidas por Internet.

El maltrato escolar es un problema social en el que debe implicarse los padres, el profesorado y los alumnos. Galicia, que puede presumir de comunidad autónoma con los índices más bajos de bullying, ha organizado con la Cruz Roja un curso de formación sobre dicho tema. Las sesiones, que están dirigidas por Miguel A. Doallo Pesado, coordinador del programa de prevención de conductas violentas de Cruz Roja Juventud Pontevedra, y Manuel Dios Diz, del Seminario gallego de educación para la paz, tienen como objetivo “dotar a los profesionales de la enseñanza de los conocimientos necesarios para ser capaces de detectar, prevenir y solucionar situaciones de acoso escolar con las que se puedan encontrar en su labor educativa diaria”. La “ley del silencio” que optan por seguir la mayoría de los niños que son víctimas de este acoso, tiene que desaparecer y los profesores deben tomar cartas en el asunto, evitando además que los chavales se sientan culpables por la situación que están sufriendo.

Menor rendimiento escolar, insomnio, ansiedad, sentimientos de soledad y tristeza; todos ellos son los efectos secundarios más inmediatos para quienes sufren este tipo de violencia. R.G.M es un número más del 2,5% de los escolares de entre 12 a 17 años que sobrelleva la tortura diaria que supone ir al colegio. ¿Es que acaso el patio del recreo ha dejado de ser un sitio en el que las risas y los juegos han sido reemplazados por el miedo y las palizas?

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